
No se trataba de otra noche de RockFriday al uso. Era el día en el que Vita Imana volvían a casa tras un largo período de sequía de escenarios en la capital.
Antes de seguir, quiero disculparme con Morphium, ya que por motivos laborales no pude llegar a tiempo de disfrutar del espectáculo que brindaron al público madrileño, me consta que derrocharon energía sobre el escenario y espero volver a tener la oportunidad de disfrutar de su directo.




Vita Imana se reencontraban con su público para dar a conocer su nuevo disco VI y desde la intro, en la que la banda interpretó partes de Sakura, estuvo bien presente en el repertorio.
Escribir sobre Vita Imana se escapa de cualquier guión establecido. Pudimos charlar con ellos en La Zona Eléctrica hace varias semanas, cuando nos presentaron a su criatura, y fueron tantas las anécdotas que vieron la luz en ese momento, que las ganas de disfrutar de su directo no hacían más que crecer. Por eso, asistir a su concierto se puede hacer con dos intenciones diferenciadas: la periodística y la de seguidor. Y como yo no soy periodista, os cuento como lo viví siendo seguidor de la banda.







Saltaron a la escena de la Sala Mon, a las 21:30h, cumpliendo el protocolo establecido y con la rigurosidad de las salas. En el concierto de la Sala Shoko empezaron con Calima, pero en esta ocasión optaron por interpretar algún fragmento de Sakura, la pieza instrumental inspirada en la cultura japonesa, que es el Corte 6 del 6° álbum de estudio de la banda y fue la mejor manera de iniciar la rotura del poco hielo que el auditorio mostró a la banda.
Continúan con Caos, dentro de VI uno de los singles que precedieron al lanzamiento y canción protagonista de un videoclip cuya ambientación de seguro hubiesen disfrutado en el escenario, quizá en otra ocasión. Sin tiempo de respiro ente canciones, Pepe iniciaba los acordes de No En Mi Nombre, sin duda una de las canciones más aplaudida de Bosa.
El principio del concierto se desarrolló con la energía que muestra la captura de un pescador cuando es liberada en la corriente del río. Soltando adrenalina para huir hacia adelante y no dar un paso a atrás ni para coger impulso. Pero una banda no se hace grande sin olvidarse de sus orígenes y todos agradecimos gritando y saltando, experimentando una evasión transitoria de la realidad cuando suenan 6 Almas o Un Nuevo Sol. Son sólo dos canciones, pero que por un momento te transportan al mundo que no conocía la pandemia y que era distinto al que conocemos.
Hay corazones que ya no laten al ritmo de Vita Imana, porque se pararon mucho antes de este día y no está en nuestra mano hacer que vuelvan, pero si el disfrutar del ahora en el que nos encontramos. Frente a un escenario, rodeados de amigos, haciendo real el sonido que escuchamos enlatado y que nos sirva de lección para saber sacar provecho de cada día que vivimos.





Baba Yaga fue de las canciones más impactantes que sonaron y sirvió de antesala para El Duelo, la pieza más completa de todas las que pudimos disfrutar.
Ahora que lo escribo me doy cuenta de la cantidad de temas que tocaron, pero esa noche se hizo corta, muy corta para el ansia de directos que teníamos.
Otra de las imprescindibles de Bosa, Desdoblamiento. Canción con la que Mero disfruta mucho en vivo y que contagia su energía a quienes están presentes. Y hago referencia a Mero, pero todos los componentes han tenido sus momentos de brillo en el concierto.
David y Diego gastaron zapatilla a lo largo de todo el repertorio, sin dejar de pisar ni un solo centímetro del escenario. No hubo tregua en la actuación y por un momento borraron sin piedad los malos recuerdos que podíamos haber llevado a la sala.
Dani y Miriam, poco podían recorrer, pero llenaron de fuerza el escenario y la contagiaron a los presentes. Cada vez que sus baquetas golpeaban los parches podías llegar a dejarte llevar con su ritmo, como si los invisibles hilos de una marioneta se hiciesen dueños de tus articulaciones para que ellos, desde el escenario, nos moviesen a su antojo.
Pepe demostró, una vez más, ser el perfecto ejemplo de que un bajista es el aglutinando esencial de una banda en directo. Y más allá de la definición, es de los músicos que más disfruta del directo en cualquier canción. Cuando es protagonista de un solo o cuando acompaña en el coro, exprime las cuerdas como si fuesen su último aliento y cuanto más rendimiento saca del instrumento, como si fuese un bucle de movimiento infinito, más disfruta del momento y más nervio inocula al público.
Aprovecho este repaso para tener presente en nuestros pensamientos al Rey Midas del Metal nacional. Tuve la oportunidad de saludar por primera vez a Alex Cappa y transmitirle la felicitación por el resultado del sonido del concierto y la parte proporcional del resultado de VI. Porque, al igual que los buenos cocineros, es tan importante contar con una buena materia prima como el saber cocinarla.





Si volvemos al concierto, es la hora de Animal. Y es que han recorrido lo mejorcito de la discografía de Vita Imana en esta noche de primavera en la Capital. Con Virtual, Mero tuvo presente a su madre, que quiso acompañarle en esta noche y de paso vuelve a recordarnos que lo real es lo que sucede en las salas de concierto, en los festivales o en cualquier sitio donde puedas disfrutar de la música en directo. Que lo mismo ya se nos ha olvidado cuando jurábamos que haríamos Sold Out a todas las bandas «cuando todo esto pase…»
Otra de VI era Adversario, perfecta para que el vocalista se pudiese lucir sobre todo en las estrofas finales.
Y no contentos con todo lo que llevamos y los Mosh Pit de la noche, llega el momento del Wall of Death (que no terminó precisamente en abrazos como sugería Mero) Paranoia venía a ser como el looping que no esperas casi al final del trayecto de la montaña rusa.
Licántropo, con la que cierran VI, dio paso a El Mundo a mis Pies. Análogamente a lo que ocurría en ese momento, después de este recital uno puede hacerse a la idea de lo que debe ser estar sobre un escenario y que el feedback del público casi pueda elevarte a los altares.
Ya estamos cerca del punto en que la carroza se convierta en calabaza, aunque todavía no éramos conscientes del momento. Es el turno de que la tradición vuelva a hacerse presente en un concierto de Vita Imana y Korpa salta a las tablas para acompañarles en Gondwana. La última canción fue Romper con Todo, pero los madrileños se resistieron a desalojar el escenario sin que Sakura volviese a envolver la estancia con su mágico hálito.






Seguro que me dejo algún detalle, de forma inconsciente o porque Vita Imana merecen que dejemos algo en la incógnita para que tengas la excusa de verles en directo. Pero sí que puedo decir que cuando las luces del local iluminaron la salida y pude intercambiar impresiones con los protagonistas tan solo se les podía transmitir el agradecimiento por la entrega en el escenario y la felicitación por el trabajo realizado. Ver a un artista en su hábitat natural es el primer síntoma de salud cultural y espero que podamos gozar de ella sin fecha de caducidad.
Ponemos el contador a cero, para volver a buscar en el calendario su próximo concierto y ahora teñimos con nuevas imágenes las canciones de Vita Imana.
Que el Rock nos Acompañe