Razkin presenta «Norte», en Madrid

No es la primera vez que visita Madrid, y no será la última. Da igual en que vida nos visite, el tener la oportunidad de asistir a su puesta en escena y compartir palabras con él es de esos recuerdos que guardarás mucho tiempo en la retina.

Si tengo que hablar de la actuación, te pongo en contexto. Fin de semana de estreno de luces de navidad, sobre las 20h en una sala en Gran Vía a la altura de Callao, buen tiempo (a pesar del fresco) Por tanto, Madrid hasta la bandera. Aceras repletas, metro abarrotado, parking lleno… y llegamos a la Sala 0. Una sala que está muy bien para directos íntimos, el escenario a la altura de la rodilla, para estar de pie sin que la gente te tape la vista y un sonido muy limpio que cobró protagonismo en las actuaciones.

Para abrir escuchamos a Alejandro Rosa y su banda. Con una puesta en escena muy cuidada y elegante nos presentaron una colección de canciones perfectas para una tarde de sábado de noviembre. Alejandro mostró la la comodidad que siente en el escenario y el feeling con la banda que se hizo notar por los allí presentes. La prueba de hacer un warm up para un artista como Razkin la pasaron con nota y nosotros anotamos el nombre de Alejandro Rosa como artista a seguir.

Y llega el instante en que Razkin empieza su primer concierto en eléctrico de esta nueva vida en Madrid. Flanqueado por Joserra, Mikel, Gorka y Raúl, sus compañeros de armas musicales, empiezan a devorar una tras otra 18 canciones que te puedes encontrar en sus dos discos. El homónimo de 2020 y el actual Norte, que tuvo más presencia en el directo. Como decía, el sonido de la sala era excelente, pero la banda parecía salida de un DVD. Se nota que por sus venas corre sangre y Rock a partes iguales cuando te cuesta buscar un fallo en un concierto.

Razkin estaba muy cómodo, más a partir de la segunda canción, e incluso nos desveló algún secreto compositivo. Como que Andrómeda surgió de un viaje en una mesa donde «olía a menta» o que Palmeras se escribió en un tren que partía de Madrid con destino Pamplona. Bueno, también con comentó su teoría onanista de los españoles en la pandemia y pidió «un favor etílico» cuando su copa llegaba a su fin. Es un artista que se hace querer y que llena el escenario cuando se acompaña de una guitarra.

Cuando charlamos con él en La Zona Eléctrica, nos comentó que en sus conciertos siempre hay hueco para sorpresas. Ese día se marcó un cover de Mecano, que lo engrandeció con la sencillez de un acústico. La siguiente sorpresa llegó con toda una lección de humildad a la hora de invitar al escenario a Alejandro Rosa para acompañarle en Malabares. Borró de su vocabulario la palabra telonero, porque allí estaban compañeros de escenarios, por encima de todo.

Se pasó muy rápido el concierto, cuando quieres darte cuenta termina de sonar Sucia Poesía y es como si la pompa de jabón en la que estás inmerso explotase y te pones a buscar el abrigo las llaves y vuelves a mirar el reloj. Pero lo haces con otra cara, te quedas tarareando Huracán o recuerdas como Joserra tocaba el acordeón en Hadas y Duendes. O como Raúl «suplía» a Naiara (que no pudo acompañar a la banda) en Si se Quiere se Está. Buscas al artista mientras recogen el escenario e inmortalizas el momento con una foto.

Ya hemos dicho todo lo que nos transmite Norte y ahora podemos decir que ese disco no es la ilusión de un gran trabajo de estudio. El disco se queda corto para lo que la banda es capaz de ofrecer en directo, y si un grupo es capaz de erizarte el vello seguro que merece la pena recomendar uno de sus conciertos. Bien sea en acústico o en eléctrico, Razkin se ha ganado a pulso la categoría de artista y que se le reconozca como tal. Es un trabajador de la música, la antepone a cualquier cosa y la trata con el respeto que se merece. Eso es lo que buscamos en La Zona Eléctrica para que sea el Rock quien nos acompañe.